Finalmente parece haber llegado el otoño. El cielo se ha puesto gris y el viento llegó para llevarse los restos de humo que azotaban la ciudad. Yo nunca los noté.
Los humores cambian. A mí me relaja un poco.
A través de la reja de la ventana veo la graciosa persecución de un gato negro tras las alborotadas hojas secas que vuelven a la vida por un instante, hasta caer nuevametne al suelo. Allí es dónde, él pierde el interés.
El frío me sroprendió, por eso me cambio entes de volver a salir. El taxista me habla de Nietsche e intenta escapar a mi charla, que parece calcada de mi último viaje.
-"pero... si no tengo bolsillos." - una frase que me regalaron esta tarde.
¿Será cierto que Estados Unidos se parece a las películas? No lo sé, pero tal vez sea así. Mis películas, en cambio, rara vez se asemejan a la realidad.
En el noticiero hablan sorprendidos de un muro que divide-une un bunker de clase media alta de un barrio pobre. La televisión insiste en dar alaridos para que le presten atención, no entiendo porque la miran.
Otra vez recién es Martes. Otra vez ya es Mayo.
Otra vez te exrtaño.
¿Y...
que hay de nuevo viejo?
Todo y nada. Tal vez deba ser así, siempre ocurre lo mismo, solo cambian los personajes. Una especie de sucesión de versiones libres de la misma historia, sin mayor motivo que esas pequeñas diferencias que hacen que todo cobre sentido.
Termino mi whisky y vuelvo a casa, un amigo me ha dejado plantado.